No deja de sorprenderme el hecho de que muchas empresas no cuenten con profesionales cualificados en el área de comunicación 2.0; para ellos, ésta sigue siendo una actividad secundaria, a la que no merece la pena destinar recursos. Peor aún, existen marcas que contratan los servicios de gestión de su presencia online a importantes agencias de comunicación, a la espera de obtener un servicio de calidad; y en cambio estos destinan estas importantes funciones a becarios, entendiendo como tales a esos trabajadores, en la mayoría de ocasiones sin experiencia, que trabajan incontables horas a cambio de una compensación ridícula.
En este caso, de un lado se están aprovechando del entusiasmo por parte de estos recién licenciados, quienes se consideran incluso afortunados, porque han conseguido poner un pie en el mundo empresarial, respaldados por una empresa de alto nivel. Por otro lado, estas grandes empresas no están ofreciendo el servicio que realmente su cliente está pagando; dado que él ha contratado un servicio profesional, realizado por personal experto en la materia. Así, nos encontramos con que la estrategia 2.0 de estas marcas es un mero reflejo de su actividad publicitaria en otros canales, y su servicio de atención al cliente es lento e ineficaz, o directamente brilla por su ausencia. Esta realidad afecta directamente al descrédito de la figura del Community Manager, e incluso a la efectividad de los Social Media, y desgraciadamente con razón.
Señores, un becario no es un mendigo, a quien compensar con una limosna, sino un profesional cualificado con ganas de aprender. El hecho de comenzar en el mundo laboral como becario es toda una oportunidad, pero se trata de una fase transitoria, un periodo de formación y adaptación, el cual ha de desarrollarse con el apoyo de personal con experiencia, quien les guíe y oriente sus pasos, haciendo las indicaciones y correcciones oportunas. De este modo se formará como profesional y se sentirá motivado para realizar sus funciones. Así todos ganamos, tanto el becario, como la empresa, el cliente final y el sector en general.
En cambio, si la actitud de la empresa es directamente la de crear un «Departamento de becarios», a quienes asignarles una serie de responsabilidades, que en muchos casos superan su capacidades; donde no cuentan con ningún tipo de apoyo y, desde el principio se les hace saber que dentro de la empresa únicamente pueden aspirar a tener esa condición; nunca podrá sentirse parte de la organización, ni respetados como trabajadores profesionales, por lo que su actitud hacia la misma no podrá ser muy positiva. No le quedará más remedio que considerarse alguien que está de paso, a quien se le puede exigir el mismo esfuerzo o incluso más que a otros empleados de la empresa, a cambio de un salario ínfimo. Bien mirado, podría incluso considerarse como una esclavitud consentida. Señores ¿hasta dónde nos lleva esto? ¿qué estamos creando? ¿es ésa la futura generación de profesionales que esperamos? ¿cuáles pueden ser las consecuencias de estos actos?
El tema de los becarios se está convirtiendo en la última moda de la gestión empresarial. Tuve la oportunidad de hablar con el representante de una agencia que se llenaba la boca con orgullo al decir que tenían los departamentos «a tope» con becarios, y no hace poco, Gabi Castellanos hizo público su firme intención de no querer pertenecer a una empresa que tiene clientes de calidad pero que solo contrata a becarios para hacer el trabajo.
Mi preocupación por el tema de los becarios va un poco más allá, Carmen: ¿Qué hay para el mañana?¿Cuando las empresas se acostumbren a reducir sus costos de nómina mediante la contratación de becarios y ya luego pierdan la capacidad de pagar salarios reales a profesionales preparados?¿Qué pasará entonces?
Buena pregunta Joel. Personalmente considero que aunque las empresas intenten «tirar de becarios», realmente son conscientes de la valía de un profesional, y acabarán contando con ellos; solo espero que no tarden mucho en hacerlo, y acaben lamentando los errores de cubrir puestos de responsabilidad con «principiantes».
En todo caso, por desgracia siempre ha habido empresas que, pese, a trabajar con grandes profesionales, se han negado, se niegan y se negarán a reconocerles económicamente su trabajo; por no entrar en otras cuestiones. Solo nos queda seguir luchando en la medida de nuestras posibilidades por dignificar nuestra labor.